Primeras palabras

Leyendo un artículo de investigación titulado Semantic Development: learning the meaning of words (P. Uccelli & B. Alexander Pan), me encontré con varias informaciones interesantes que me gustaría compartir. Comenzaré esta entrada exponiendo lo que me ha parecido relevante y luego lo que he observado en Amalia.

Alrededor de los dos años la mayoría de los niños comienza a producir palabras. Esas palabras están relacionadas con aquello que es intelectual y socialmente significativo para ellos, como por ejemplo, los nombres de personas cercanas, papá, mamá, mascotas u objetos de su entorno cotidiano. Aquí algo súper interesante, que podríamos pasar por alto, es que usar palabras implica atribuirles un significado, aunque sea un significado básico. A su vez, implica no solo el desarrollo de los sistemas semánticos de los niños, sino también de otras áreas, como la cognición y la memoria. En otras palabras, adquirir y decir palabras implica la coordinación de múltiples factores cognitivos y motores.

Características de las nuevas palabras

Las primeras palabras tienden a cumplir un propósito social. Los niños quieren conectar o «to engage in ritual playful speech» (Ninio & Snow, 1996) Un ejemplo en español es el clásico juego «¿Dónde está …? Aquí está!». Al principio ellos imitan a los adultos, para luego pasar a la producción espontánea que aumenta a medida que crecen. Las primeras palabras comparten características fonéticas, o sea suenan parecido, son cortas (de una o dos sílabas) y normalmente surgen durante interacciones. Como es de esperar, mientras más fácil es la pronunciación de las palabras para los bebés/niños, más probabilidades tendrán de ser incluidas en sus incipientes vocabularios. Pero, ¿qué palabras son más fáciles de pronunciar? Eso dependerá de sus sonidos, y por lo mismo, de cada lengua. De modo que, en este sentido, puede haber una gran variación entre los niños. (Para saber un poco más acerca de la adquisición de los aspectos fonéticos del lenguaje te invito a leer esta otra entrada en El diario de Amalia).

En cuanto a la categoría gramatical, las primeras palabras son, en su mayoría, sustantivos (también llamados nombres) Aunque desde el principio los niños son capaces de incluir otros tipos de palabras como verbos y adjetivos, para los dos años de edad estas suelen ser menos del 10%. Las investigaciones han demostrado que aquellos sustantivos que se refieren a seres animados o cosas que se mueven son los primeros en ser aprendidos. En parte porque se distinguen fácilmente del entorno. Algunas lenguas muestran ciertas diferencias en esta característica de la adquisición temprana del lenguaje. Sin embargo, la presencia marcada de sustantivos en los repertorios de niños pequeños es consistente por lo menos en español, neerlandés, francés, italiano e inglés. Una de las teorías que explicaría por qué los niños adquieren más sustantivos al principio se relaciona directamente con el input que reciben. Simplemente usaríamos más sustantivos con nuestros niños en las interacciones que tenemos con ellos, ya sea a través del juego o la lectura. También porque los usamos para indicar las cosas y personas que nombramos. Otra razón es que son menos complejos que los verbos y, además, son transversales a muchas lenguas, lo cual no ocurre siempre con los verbos u otras categorías de palabras.

Otro dato muy interesante es que durante el segundo año de vida, los peques aprenden en promedio una palabra por semana y luego pasan a una por día. Algunas investigaciones sugieren que hay una vertiginosa producción de vocabulario hacia los 18 meses de edad. Otros dicen que la adquisición de vocabulario es más bien un proceso gradual durante el cual los niños desarrollan su habilidad para aprender nuevas palabras. En todo caso, es importante saber que no todos los niños demuestran ese repentino surgimiento de palabras: «[…] research has shown that not all children display an abrupt increase in their production of words». (Ganger & Brent, 2004)

El caso del bilingüismo de infancia

Uno de los temores más comunes es que un niño bilingüe o multilingüe estará atrasado con respecto a uno monolingüe en el desarrollo del lenguaje, pues tiene que adquirir el léxico de dos lenguas distintas, de ahí lo valioso de contrastar el progreso bilingüe de un niño con los descubrimientos en la adquisición del lenguaje en general. Con respecto al bilingüismo, es muy importante considerar los progresos que el niño hace en cada lengua, pues lo que ocurre muy a menudo es que el aprendizaje de vocabulario es contextual. Es decir, se aprenden palabras específicas en una determinada lengua de acuerdo con su contexto de exposición y uso. Para ejemplificar, veamos el caso de Amalia. En casa ha aprendido algunas palabras del léxico de la comida en español, pero en el jardín infantil, donde se habla inglés, ha aprendido palabras que tienen relación con su entorno educativo y que ella no conoce en español. Si no se consideraran todas las lenguas a las que está constantemente expuesto un niño bilingüe, una parte de su conocimiento léxico permanecería invisible.

Las primeras palabras de Amalia

Amalia tiene exactamente dos años y un mes. De acuerdo con nuestras observaciones, en efecto, a partir de los 18 meses hubo un significativo incremento de vocabulario que coincidió con su comienzo en la educación preescolar. Actualmente tiene un repertorio de aproximadamente 60 palabras. De estas palabras, 36 son en inglés, 15 en español y 8 en neerlandés. Amalia dice también su propio nombre y el de otras 4 personas. A esto se suman algunas vocablos que sabemos a qué se refieren, pero que no constituyen palabras reconocibles en ninguna de sus tres lenguas, como por ejemplo: /apa/ (auto), /kono/ (conejo), /koto/ (helicóptero), /kata/ (bicicleta), /kowa/ (koala) y /awa/ (uva). Finalmente, usa adecuadamente algunas oraciones cortas` de dos o tres palabras. De ellas, una es en español y ocho son en inglés.

Para apreciar mejor las categoría gramaticales, junto con otros detalles interesantes de su repertorio, los invito a observar la infografía de abajo:

Como se puede observar, el inglés le ha sacado bastante ventaja tanto al español como al neerlandés. Confieso que ha sido un duro golpe. Pero por lo mismo, cobra aún más importancia reforzar su lengua materna (y paterna) para también transmitir culturas. Finalmente, me parece que Amalia se encuentra en la etapa de adquirir más de una palabra semanal. Todavía no puedo afirmar si se trata de una diaria, aunque debe estar muy cerca de ello. No cabe duda de que mi trabajo es sumar palabras españolas a esta lista creciente. ¡A lo menos una por semana!

EL INICIO DE LAS FRASES CORTAS

Casi un año ha pasado ya desde la última vez que escribí una entrada en El Diario de Amalia! Y claro, no tenía ni idea de que tener una bebé podía ser tan agotador y demandante. Más el retorno al trabajo. En fin… no más excusas. Aquí estoy de vuelta para animar a aquellos que, como yo, se encuentran en el desafío de criar hijos bilingües.

Contexto

Amalia acaba de cumplir 2 añitos y nos instalamos de vuelta en Sídney, después de dos años viviendo en Bruselas. Así, de golpe, ocurrieron tres hechos muy significativos: primero, se esfumó la posibilidad de que Amalia aprenda francés desde la infancia; segundo, nos encontramos con que el inglés será su lengua primera; y tercero, el español y neerlandés pasarán a ser sus lenguas de herencia (hablaré de eso en una próxima publicación).

Amalia comenzó a asistir a un Daycare center. Como imaginarán, todo es en inglés, salvo que una de sus primeras educadoras en nursery era española. Así, Amalia comenzó su travesía por la educación preescolar que tantas satisfacciones nos ha dado. Rápidamente empezó a aprender muchas palabras en inglés. Sin embargo, su primera frase corta de dos palabras fue a la edad de 18 meses, antes de comenzar el jardín infantil. Fue «no ehtá» (no está) para expresar la ausencia de algo o alguien. El primer video que tengo en donde ella responde «no ehtá» es de enero de este año. Sin embargo, ella ya comprendía la pregunta «dónde está» desde antes y señalaba con su dedo para mostrar la presencia de algo o alguien. Está pregunta «dónde está» la practicamos mucho usando juguetes, personas y libros de niños. Lo interesante en el caso de una crianza bilingüe es que el niño/a se enfrenta a la misma pregunta en dos o más lenguas. Ese fue nuestro primer hallazgo en cuanto al reconocimiento y diferenciación de lenguas por parte de Amalia. Ella era capaz de reconocer la misma pregunta, así como una variedad de vocabulario de animales y frutas en ambos idiomas: español y neerlandés. A ello se suma que, desde que comenzó la educación preescolar, es igualmente capaz de reconocer, y más aún, de decir muchas de estas palabras en inglés. Fascinante no?

Como era de esperar, durante su primer año de vida, Amalia reconocía más palabras en español que en neerlandés o inglés. Pero, actualmente es capaz de decir más palabras en inglés que en las dos lenguas de casa. Esto es algo que quiero contabilizar para registrarlo. Ya les contaré… Sin lugar a dudas, desde los 19 meses en adelante ha sido un vertiginoso aprendizaje lingüístico, especialmente desde que comenzó su educación preescolar. Lo de las frases cortas de dos o tres palabras como «papa no ehtá» es significativo porque todo niño, esté enfrentado a una o más lenguas, debería alcanzar esta etapa cerca o a partir de los 24 meses. Por lo tanto, hasta el momento, el desarrollo comunicativo de Amalia es totalmente normal y comparable al de cualquier niño monolingüe.

Con respecto al tipo de palabras que comenzó a verbalizar primero, estas fueron nombres/sustantivos. Específicamente fueron palabras de dos sílabas para referirse a su familia cercana: «papa, tata, mama». Luego se añadieron otros nombres como «apa» (auto), «cata» (bicicleta) y «no». Se incorporaron a su incipiente repertorio lingüístico entre los 16 y 17 meses aproximadamente. Aunque «papa» y «mama» son, por decirlo así, palabras multilingües, «tata y cata» provienen indudablemente del input español que Amalia ha recibido. «Apa» (auto) es una palabra que comparten el español y neerlandés y, por lo mismo, no podría afirmar que Amalia la incorporó solo a través del español. Estos catastros son realmente interesantes, de modo que si te encuentras en una situación similar a la nuestra, te aconsejo que tomes nota y que comentes aquí cuáles han sido tus descubrimientos.

Papa – bapa – kaka

Poco más de seis meses han pasado desde la última entrada en El diario de Amalia. ¿Cuáles han sido sus progresos en este tiempo? En términos cognitivos y motores ha habido un enorme y vertiginoso progreso. Por mencionar algunos pasos, nuestra pequeña ha pasado de gatear con inseguridad a hacerlo con gran determinación e intrepidez. Aprendió a tomar pequeños objetos o trozos de comida usando el índice y pulgar, dominando así el clásico movimiento de pinzas. También aprendió a señalar con su dedo índice. Gira páginas de libros y revistas. Ha aprendido a ponerse de pie y caminar hacia los costados con apoyo. Y es capaz de beber sin ayuda de su biberón o vaso de adaptación.

Cuando escucha una canción o melodía que le gusta, alza los brazos y se mueve de un lado al otro. Abre y cierra cajones y puertas. Hace un mes aproximadamente aprendió a mover sus manos en un gesto de despedida, y hace una semana aplaude cada vez que decimos “bravo”. Solo ayer, tomó un bolígrafo e intentó rayar. Pero, ¿y lingüísticamente?

El desarrollo lingüístico es, sin duda, más complejo de describir y además es un proceso más lento. Comenzaré comentando su capacidad comunicativa que no deja de sorprenderme. Cuando Amalia come, le gusta escuchar canciones. Al principio miraba todos los videos que le poníamos. Ahora selecciona las canciones. ¿Cómo lo hace? Pues simplemente se queja y no abre la boca hasta que se le pone la canción deseada. Otro ejemplo. Desde que aprendió a apuntar o señalar, acompaña este movimiento con un sonido agudo ascendente que interpretamos como su deseo de saber el nombre de algo. Así cuando ella apunta una fotografía o un objeto, le decimos el nombre. Reconoce el significado de la palabra «luz», señalando cualquier plafón cuando se le pregunta dónde está.

El juego de balbuceos se ha perfeccionado y ha pasado a ensayar más combinaciones de sílabas. Las más comunes son papabapa y kaka. Para mi desengaño, Amalia no domina la bilabial /m/ de modo que no dice mama o mamá, por más que intente hacerla repetir 🤷🏻‍♀️. Es capaz de sonorizar la “m”, pero hasta ahora siempre lo ha hecho en un contexto de queja y llanto, cuando, curiosamente, sí pronuncia mamama.

Las investigaciones en adquisición del lenguaje han demostrado que entre los 10 y los 18 meses la producción lingüística de un infante se dispara. Amalia tiene un año y un mes exactamente, y parece tomarse tiempo para decir su primera palabra, es decir, una palabra con indudable contenido semántico. En cuanto al idioma, suponemos que usará primero el español, pues es la lengua en la que recibe mayor cantidad de input.

Se sabe que los niños bilingües simultáneos, o sea, aquellos que adquieren dos o más lenguas al mismo tiempo, las adquieren sin problema, siempre y cuando estén suficientemente expuestos a estas. Y cuando proviene de personas que son significativas para ellos (padres, madres, abuelos, cuidadores, amigos, etc.) ¡Ojo! No basta con sentar a un niño frente a la televisión en otro idioma para que lo adquiera. Por otro lado, también es un mito pensar que los niños expuestos a dos o más lenguas desde la infancia, estarán atrasados en su adquisición del lenguaje. De hecho, no hay evidencia científica que lo demuestre.

De modo que aquí va el consejo para todos aquellos que están educando hijos bilingües: ¡no se rindan! Todo lo contrario. Decidan qué estrategia funciona mejor para ustedes, a fin de que la exposición a las diferentes lenguas sea constante, significativa y suficiente.

Adquiriendo el lenguaje: antes de la palabra

Nacemos autodidactas. Venimos al mundo con la asombrosa capacidad de aprender el lenguaje en un período de tiempo bastante corto y, además, con la capacidad de aprender y reproducir cualquier lengua del mundo. Pero analicemos primero la adquisición del lenguaje.

Como hemos abordado en un artículo anterior, cuando un bebé llora, grita o gorjea lo hace de modo instintivo. Su propósito, por tanto, no es establecer una comunicación, sino más bien llamar la atención para satisfacer sus necesidades (función apelativa del lenguaje) Además, entrena su aparato fonador para la posterior materialización del lenguaje. Pero ¿cuándo podemos hablar de intención comunicativa?

Primero, debemos considerar que el lenguaje humano se compone de la comprensión y de la expresión activa (Cervera , 2003) Evidentemente, la comprensión precede a la expresión. Aunque es difícil evaluar si un bebé nos entiende, cuando este mantiene la mirada, cuando balbucea, sonríe, imita sonidos o agita sus manos en respuesta a estímulos comunicativos, interpretamos que nos entiende y decimos que está tratando de comunicarse con nosotros.

De hecho, mucho antes de que puedan decir sus primeras palabras, los bebés son seres intensamente sociales. Miran a los ojos a sus padres o cuidadores, son sensibles a los tonos de voces alrededor de ellos, prestan atención cuando se les habla y responden aunque sea con balbuceos. Hay evidencia de que el cerebro de los bebés contiene neuronas especializadas en la identificación de rostros humanos y las emociones reflejadas en ellos. (Gleason, 2009)

En el laboratorio del doctor Muir (Queen’s University) se realizó un interesante experimento que demostró que, a muy temprana edad, los bebés comprenden elementos esenciales de la comunicación, como son el contacto visual y la correlación de las emociones del hablante con su rostro y voz. En la primera prueba, una madre habla animadamente a su hija de cinco meses. De repente, se queda seria. Aunque la bebé intenta recuperar la atención de su madre, no lo consigue, por lo cual se impacienta y pierde interés. La comunicación se ha perdido.

En la segunda prueba, una madre habla a su bebé a través de una pantalla de televisión, inesperadamente, el rostro de la madre aparece al revés (ojos abajo y mentón arriba) El bebé es incapaz de relacionar ese extraño ser con su mamá y se frustra rápidamente. Finalmente, los bebés del estudio fueron expuestos a rostros amigables pero que, repentinamente, comienzan a hablar con voces tristes y viceversa, caras tristes con voces alegres. Los bebés notan que algo no cuadra, parecen confundidos y pierden interés.

Quizás pienses que es obvio, pero la verdad es que nadie les ha enseñado a reaccionar de determinada manera ni a esperar ser escuchados. Como si evaluaran a su interlocutor y decidieran callarse o hacer otra cosa, en lugar de perder su tiempo “hablando” con alguien que nos les presta atención.

No subestimemos, por lo tanto, el potencial comunicativo de los bebés y niños pequeños. Al contrario, estimulemos su capacidad de comprensión y expresión desde la tierna infancia.

Adquiriendo el lenguaje: aspectos fonéticos

Las vocalizaciones prelingüísticas de un bebé se dividen en dos categorías: aquellas que son reflejas (llanto y sonidos involuntarios), y aquellas que no son reflejas, es decir, que tienen una intención comunicativa. Los primeros tres a cuatro meses de vida se caracterizan por una producción de sonidos reflejos. Luego, desde los cuatro a los seis meses aproximadamente, la producción se transforma en juegos vocales. Los bebés producen sonidos fuertes o suaves, así como también chillidos muy altos y agudos. Los gorjeos son principalmente vocálicos, aunque también pueden aparecer algunos sonidos consonánticos, en especial del tipo velar como [k] o [g]. En estas primeras producciones da la impresión de que los bebés están jugando, oyéndose a sí mismos.

Es interesante detenerse aquí para aclarar y destacar algunos aspectos fascinantes de la adquisición del lenguaje. Primero, la producción de los sonidos del lenguaje requiere una tremenda coordinación que, a menudo, damos por sentado. En efecto, producir sonidos y, más tarde palabras, requiere una gran coordinación de los órganos que intervienen en dicha producción. Órganos que, dicho sea de paso, no solo contribuyen a la producción sonora, sino que también forman parte del aparato respiratorio y digestivo. Los sonidos son generados cuando el aire pasa a través del tracto vocal (laringe, faringe, boca y nariz). «La forma del tracto vocal varía según se muevan los labios, la lengua o la mandíbula baja, y las ondas sonoras que oímos se ponen en movimiento ya sea por la fricción de las turbulencias de la corriente de aire, o por la vibración de las cuerdas vocales». (Berko Gleason et all., 2009) Los bebés y niños deben aprender todo esto sin dejar de respirar o incluso de comer!

«La producción de los sonidos del lenguaje requiere una tremenda coordinación que, a menudo, damos por sentado».

Segundo, gracias a varios estudios, se ha comprobado que el orden en la producción de sonidos es casi idéntica en todos los bebés, independientemente de las lenguas a las que estén expuestos o de sus lenguas nativas. Tercero, cuando los bebés tienen tan solo seis meses de vida, sus cerebros comienzan a categorizar los sonidos de sus lenguas maternas, en desmedro de aquellos sonidos que no necesitarán porque no pertenecen al idioma que aprenderá a hablar. Llegado a este punto me pregunto, ¿los sonidos de qué lengua Amalia estará clasificando si está expuesta a cuatro? Lo más probable es que dependa del grado de exposición o input que recibe en cada una.

Justamente a partir de los seis meses se habla de una cuarta etapa en el desarrollo del lenguaje que se caracteriza por la aparición de sílabas que suenan similares a las de los adultos. Estas secuencias de consonantes-vocales son, generalmente, una repetición de sonidos idénticos [bababa] que carecen de un contenido semántico o significado. Por eso, aunque Amalia haya dicho [mama] en algunas ocasiones, seguramente no está haciendo referencia alguna a su madre.

Amalia ya ha cumplido siete meses. En cuando a su desarrollo fonético se encuentra en esta cuarta etapa llamada canonical bubbling en inglés. (Nota: Las etapas que describen los avances fonemáticos en los niños no son definitivas. Naturalmente se interponen) Siguiendo la norma, su producción consonántica se mueve entre las oclusivas, es decir, aquellas consonantes que se producen por una oclusión o cierre de la salida del aire. Ella produce, en especial, la oclusiva velar [g] y la bilabial [b] En cuanto a las vocales, sus favoritas son las abiertas [a] y [o], lo cual es bastante común.

Los sonidos de Amalia a los seis meses y una semana

¿Significa todo lo anterior que Amalia ha realmente adquirido los fonemas que es capaz de producir? No exactamente. Para poder afirmar que un infante ha adquirido ciertos fonemas debe darse una constante. También se deben considerar las distintas posiciones del sonido en cuestión: en posición inicial, intermedia o final de palabra. «Un fonema está adquirido cuando lo están todos y cada uno de los rasgos pertinentes que lo constituyen en esa lengua» (Gómez Fernández, 1993) De manera que, en lo que respecta a Amalia, habrá que esperar, y mientras tanto seguir disfrutando de cada progreso en su recorrido por la adquisición del lenguaje.

Amalia rompe el silencio

En estricto rigor todos los bebés rompen el silencio con su primer llanto al momento de nacer. Luego vienen semanas de sonidos más bien reflejos: suspiros, hipo, llanto y gritos. Pero a partir de los dos meses de edad, con algunas excepciones, ocurre algo maravilloso: los bebés producen sus primeros gorjeos, los llamados “agús”. ¿Por qué es este paso tan significativo?


Primero hay que aclarar que los gorjeos y balbuceos, así como los gritos, corresponden a una etapa prelingüística, por lo que no pueden considerarse lenguaje. Sin embargo, el gorjeo constituye una etapa fundamental pues “sirve de preludio al futuro buen funcionamiento de los órganos destinados a materializar el lenguaje, y también un desarrollo del aparato auditivo, que predispone al niño a la captación de los signos exteriores audibles” (Alarcos, 1976. Citado en Navarro, 2003) Corresponde a una ejercitación articulatoria y auditiva de tipo exploratoria (Millán Chivite, 1995) De modo que un bebé que hace “agú” comienza a entrenarse en la producción oral.


Amalia comenzó los gorjeos a los dos meses de edad. Son sobre todo vocálicos y, en general, los produce espontáneamente mientras está en reposo, aunque a veces son en respuesta a algún estímulo visual o somático como lo muestra el video más abajo. Con el pasar de las semanas, los gorjeos se intensifican considerablemente como reacción al estímulo materno, estableciendo con ella una especie de “diálogo”. (Escucha aquí)

Amalia con dos meses y medio de edad


Durante el tercer y cuarto mes sus gritos y gorjeos aumentan en todo sentido: son más frecuentes, más intensos y más largos. En gran medida los produce para escucharse a sí misma especialmente al despertarse. Amalia también ha descubierto que tienen un impacto en el entorno, de manera que fácilmente sus gritos se tornan en gritos de protesta o contentamiento, según sea su estado de ánimo.

Si la niña recibe estímulo en diferentes lenguas, ¿podríamos asociar su gorjeo a una de ellas? La respuesta es no, ya que el gorjeo “utiliza los órganos de la voz para vibraciones, gargarismos, chasquidos, sonidos silbantes… Si no constituyen un lenguaje, mucho menos pude pensarse que formen parte de una lengua” (Cervera, Juan 2003).

Pero, ¿por qué se dice que los gritos y gorjeos no constituyen un lenguaje? ¿cuándo podemos comenzar a hablar de lenguaje y comunicación en los bebés? Abordaremos este tema en un próximo artículo.

El diario lingüístico de Amalia

I CONTEXTO

Amalia nació en junio de 2020 en Bruselas. Durante su gestación estuvo expuesta a tres lenguas: español, inglés y francés. Aunque el español es la lengua nativa de su madre, dado el contexto laboral de esta, Amalia también estaba expuesta indirectamente al francés e inglés. Asimismo, inglés es el principal idioma hablado en el hogar.

Más tarde, y desde el primer minuto de nacimiento, Amalia comenzó a recibir input lingüístico de manera directa. Francés es la lengua del equipo médico, de su pediatra y de la ciudad donde reside la familia. Español es la usada por su madre desde el primer contacto piel a piel. Inglés es la que hablan sus progenitores entre sí y, una vez establecida en casa, se sumó una cuarta: el neerlandés.

Neerlandés es la lengua nativa del padre de Amalia que comenzó a usarla con ella a días de nacida. Desde luego, pronto se sumó toda la familia paterna: abuelos y tíos, quienes se dirigen a ella solo en dicho idioma.

Amalia con 20 semanas de gestación

En este contexto cabe preguntarse entonces, ¿qué lenguas desarrollará Amalia? Si logra dominarlas todas, ¿lo hará con igual fluidez?¿Con cuál se sentirá más a gusto cuando tenga que expresar sus pensamientos y emociones? Estas y otras muchas preguntas surgen en un caso de multilingüismo simultáneo. Y, por lo mismo, resulta muy interesante seguir el desarrollo lingüístico de bebés que, como Amalia, están expuestos a diferentes dialectos desde el momento de nacer.

Te invitamos a seguir los progresos de nuestra pequeña modelo no solo en materia de lenguas, sino también en la adquisición de La Lengua: esa maravillosa capacidad comunicativa única del ser humano. Y te invitamos también a comentar y compartir tus experiencias.