Se cree que la mejor edad para aprender una lengua extranjera es desde la tierna infancia: «mientras más pequeño mejor», especialmente, si el objetivo es expresarse como un hablante nativo. Otros creen que enseñar dos o más lenguas a los bebés y niños pequeños afecta negativamente el dominio de su propia lengua nativa (L1) y que es mejor que los niños tengan un sólido fundamento en su L1 para luego añadir el aprendizaje de otra.

Pero, ¿qué hay de cierto en estas creencias? ¿Qué han revelado los estudios que se han hecho al respecto? ¿Qué hay de los bebés que nacen en familias bilingües y mutilingües? ¿Se confundirán con las lenguas? ¿Aprenderán más lento? Estas y otras preguntas se responderán en este artículo a la manera de verdades y mitos.
VERDAD. Los bebés son capaces de discriminar señales pre-lexicales como la prosodia, el ritmo y el repertorio fonético de la(s) lengua(s), aunque no comprendan el significado de las palabras que escuchan. Incluso se ha comprobado que todos los bebés, desde su nacimiento, tienen la capacidad de discriminar y potencialmente reproducir los sonidos de ¡cualquier lengua en el mundo! Capacidad que se pierde pronto al no estar en contacto con una lengua en particular.
MITO. Los bebés bilingües están atrasados en su adquisición de la lengua en comparación con los monolingües. Estudios comparativos entre la habilidad discriminatoria de los bebés a nivel rítmico ha mostrado que los bebés y niños bilingües no están atrasados. Tampoco lo están en la adquisición de palabras. Las primeras palabras tanto de los bebés monolingües como bilingües aparecen alrededor de la misma edad. Sin embargo, los bebés bilingües tienen más trabajo que hacer, pues escucharán dos o más nombres para un mismo objeto (Ej. «perro/dog»), y por lo tanto, deberán construir un lexicón paralelo. Por lo mismo, los bebés bilingües no asumen que una palabra nueva hace referencia necesariamente a un objeto nuevo, como sí lo hacen los monolingües. Tampoco la proporción de niños bilingües con patologías del lenguaje (Ej. dislexia) son más numerosos que los monolingües con las mismas necesidades.
VERDAD. Los bebés poseen un conocimiento complejo del lenguage aun cuando no pueden hablar. A los solo cinco meses de vida un bebé monolingüe podrá discriminar entre los sonidos de su variante nativa y otra no nativa (español de México v/s de España) Mientras que un bebé bilingüe podrá discriminar entre las dos o más lenguas a las que esté diariamente expuesto. A los seis meses son capaces de reconocer un significativo número de palabras.
MITO. Los bebés y niños pequeños aprenden una lengua extranjera con solo sentarlos a ver dibujos animados en la televisión. La comunicación es fundamental para que un niño adquiera la lengua. Necesita interactuar, pues ello capta su atención y es más motivador. Jugar con el/la bebé y la lectura son excelentes medios para desarrollar la lengua.
VERDAD. Los bebés recién nacidos muestran predilección no solo por la voz de la madre, sino también por la lengua que ella ha usado durante la gestación. «Bebés de dos días de vida cuyas mamás han hablado español durante la gestación tienden a preferir escuchar esa lengua aunque la frase la diga un extraño, y aquellos cuyas mamás hablan inglés, tienden a ese idioma». (Costa, 2017) Asimismo, si una madre habla más de una lengua asiduamente durante la gestación, el bebé ya estará familiarizado con sus fonéticas al nacer.
MITO. La lengua hablada en casa tendrá un impacto negativo en el desarrollo de la lengua usada en la escuela si no es la misma. Los niños aprenderán la lengua de la escuela sin mayores problemas, pues la lengua hablada en casa le servirá de base para adquirir otros aspectos lingüísticos. Además, les brinda la oportunidad de comunicarse con sus familiares que no hablan el idioma de la escuela o jardín infantil. Sin embargo, pudiera ocurrir lo contrario. Si el niño pasa muchas horas en una guardería escuchando e interactuando en una lengua que no es hablada en casa, esta cobra mayor protagonismo. La lengua de casa se debilita y, eventualmente, podría dejar de usarla. Un consejo: antes de enviar al niño/a al jardín infantil o a su primer año de escuela, es recomendable revisar el vocabulario escolar en la lengua de la escuela, como los materiales escolares e instrucciones básicas (Ej. «colorea», «libro», etc.)
VERDAD. Para tener un acento como nativo es necesario aprender la lengua extranjera en la tierna infancia. Aunque no es imposible que los adultos alcancen el objetivo «acento nativo» es, sin duda, más difícil. «La adquisición de nuevos sonidos se reduce dramáticamente con la edad» (Costa, 2017) simplemente por el hecho de que no hemos estado expuestos a tales sonidos desde siempre. Tampoco nuestros órganos de fonación y articulación han sido entrenados en la reproducción de ciertos sonidos que nuestra L1 no posee. No obstante ¡recuerda!, el acento extranjero no convierte a los hablantes en menos bilingües.
MITO. Los niños criados en familias bilingües o multilingües confunden las lenguas. Lo cierto es que los niños mezclan las lenguas en ciertas ocasiones solamente. Si interactúan con personas monolingües se dirigirán a ellos solo en esa lengua, pues es vital para mantener la comunicación. Lo mismo ocurre con los adultos. Los adultos bilingües y multilingües mezclan las lenguas solo con quienes conocen esas mismas lenguas, lo cual no impide que puedan mantener una conversación en una sola lengua de entre las que dominan. En otras palabras, es una decisión en función del interlocutor. En el caso de los niños es importante que exista la necesidad real de comunicación. Los niños se esforzarán por hablar en una sola lengua con aquellos hablantes que realmente no comprenden otra, y no cuando los padres, por ejemplo, pretenden que no la hablan.
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Bibliografía: